lunes, 27 de abril de 2015

Cómo conseguir dinero cuando hay que pagar el alquiler


-Tío, ¿qué hora es?
-Las nueve de la mañana.
-¿Y qué coño haces?
-Buscar dinero.
-¿En el sofá?
-¡¿Se te ocurre algo mejor?!
-¡Eh! ¡Eh! Tranquilo... ¿qué pasa?
-¡Tío! ¡Que nos echan! ¡Que tenemos que pagar el alquiler o nos echan! ¡Te lo dije ayer, joder!
-Ah. Pues es verdad. Se me había olvidado.
-¡Puto imbécil! ¡Ayúdame a buscar! Quizá tengamos un milagro.
-¿Y si buscamos un curro como la gente normal?
-Ni de coña.
-¿Por qué...?
-Lo último que quiero es que un gilipollas me diga lo que tengo o no tengo que hacer.
-Bueno, pues calma. Voy a hacerme un café, ¿quieres?
-¡Me pone de los nervios que estés siempre tan jodidamente calmado! ¡Agh!
-Tío.
-¡¿Qué?!
-Que no tenemos agua.
-¡¿Y?!
-Que no puedo hacer café.
-¡¿Y a mi qué coño me importa?!
-Que te iba a hacer café a ti también.
-¡Dios! ¡Mueve el cuelo y ayúdame a buscar!
-Ya va, ya va. Qué prisas eres.
-¡¿PRISAS?! ¡Que nos echan hoy! ¡Nos! ¡Echan! ¡A la puta calle!
-¿Y qué quieres que yo le haga?
-Que encuentres dinero, joder. Dinero. Como sea.
-Siempre podemos vender droga. Yo tengo un montón en el armario. ¿No tenías crack? Eso se vende bien, tío.
-No. Ya tenemos bastantes antecedentes. Lo último que quiero es que nos vuelvan a pillar por tu puta culpa.
-No fue mi culpa.
-¡Los cojones!
-Bueno, un poco.
-¡A ver! Voy a calmarme... esto no nos lleva a nada... En fin, ¿has encontrado algo?
-Aún no.
-¡¿Qué haces leyendo el periódico?!
-Mirando ofertas de empleo. Y creo que podemos hacer algo, mira esto.
-¿"Se busca cazarrecompensas"? ¿Qué coño es un cazarrecompensas?
-Es lo que envían las empresas de préstamos para que los morosos paguen, tío.
-¿Y cuánto pagan?
-Diez.
-¿Diez qué?
-Diez mil pavos.
-¿Diez mil por un puto trabajo?
-Sí, bueno, aquí pone que hay una entrevista y tal para ver si nos cogen. Eh, si somos dos le saldría más barato, ¿no? Tenemos un punto a favor.
-Ehm... puede.
-¿Llamo?
-No, no. Llamo yo.
-¿Por qué?
-Porque yo hablo con más seguridad que tú.
-Ya...
-¿Y qué digo?
-¡Ya sé! ¡Di que eres nuestro representante! Así pensarán que somos importantes y que tenemos dinero. Lo mejor es que piensen que para nosotros esto es normal.
-Ya.
-Venga.
-¿Y cómo nos llamamos?
-Ehm... pues, ¿los del quinto?
-¿En serio?
-Es nuestro piso y es lo que queremos pagar con el dinero.
-Suena fatal. ¿Qué tal... ehm... Jay Ty? Son nuestras iniciales.
-Vale.
-Genial... *suspira* uf... Marco...
-¡Qué nervios!
-¡Sssshhh! ¡Da señal!
...
...
...
...
...
-...
-Sí, verá, eh... llamo por lo del anuncio de cazarrecompensas.
-¡Tienes que parecer más convencido!
-...
-Soy el representante de Jay Ty, dos cazarrecompensas curtidos en mil batallas...
-¡Pero que seguimos en activo!
-Y... eh... ¡que siguen en activo! ¡Claro! Y están totalmente disponibles. Sí.
-...
-Ahá, sí... vale. Sí. Ahá. Ahá. ¿Vale...?
-¿Qué dicen?
-¡Sssshh! ¿Sí? ¿Cómo dice? ¿Calle San Juan de Dios... 4? ¿Primero izquierda?
-¿Apunto?
-¡Claro!
-...
-Sí, sí, perdone. Hablaba con mi... eh, ayudante.
-Di que "no fallamos ningún día de la semana".
-¿Qué?
-Di que "no fallamos ningún día de la semana", es un slogan, mola, tío.
-...
-No voy a decir eso. ¿Eh? ¡Ah! Sí, sí. A las tres de la tarde. Ahá.
-¡Dilo!
-...
-Sí. Eh. "No fallamos ningún día de la semana"
-...
-¿Qué? ¿Domingo? ¡Sssshhh! ¡No te rías! ¡Ah, sí! ¡Claro! ¡Allí estaremos!
-...
-¿Un coche?
-....
-¡Genial! Eh... ¡gracias! ¡No se arrepentirá!
*Clonk* *bip* *bip* *bip*
-¿Qué? ¿Qué han dicho?
-¡Tío! ¡Van a traer un coche y todo a recogernos!
-¡¿En serio?!
-¡Sí, tío! ¡Vamos a ganar un huevo de pasta!
-¿Pediste que no diesen algo por adelantado?
-Ah... pues no.
-¡Tío!
-¡No me has dicho que pidiera algo por adelantado!
-¡Tú eras el que quería conseguir dinero!
-Puto inútil.
-¿Por qué siempre me echas la culpa de todo?
-Porque la tienes.
-A que te mato.
-Inténtalo.

KNOCK KNOCK KNOCK

-¡¿Dónde está mi puto dinero?!
-¡Hazte el dormido!


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jueves, 23 de abril de 2015

Lo que estuve dispuesta a dar por tener un sueño

El autobús me deja en medio de la niebla. Hace algo de frío... Me pregunto si alguna vez he vuelto aquí antes. Si alguna vez quise hacerlo. Volver a donde nacen los sueños.
Estoy en un pequeño pueblo, algo alejado del mundo. Es por la mañana, muy por la mañana. Me encuentro terriblemente perdida en un sitio demasiado familiar. Camino cuesta abajo por el camino de piedras mientras respiro el aire de la montaña, huele a casa. Mi infancia aquí es algo que olvidé hace tanto tiempo... Casi me da vergüenza admitirlo. No fue buena, claro, pero tampoco fue un infierno.

Veo a un hombre apagando las farolas de aceite. Buenos días, señorita, me dice. Yo le saludo, tímida, con la cabeza. Creo saber dónde estoy, si giro aquí, sí, sí. Estoy en la plaza del ayuntamiento. Vaya, había ayuntamiento. Eso sí que no lo esperaba. Aún no ha salido nadie, claro, es tan pronto. Se ve tan... nostálgico así de tranquilo y silencioso. ¿Por qué decidí irme de aquí? Es un lugar tan hermoso... las casa de piedra y madera, las chimeneas humeando, la música de los pájaros, las ramas y el silencio... ¿Por qué? ¿Por qué me fui? ¿Por qué decidí no tener sueños? ¿Cuándo los perdí?
Hubo un momento en el que no quise saber más del mundo, no quise sentir nada, sentir a nadie, sólo quise prosperar, estabilizarme y "ser feliz" sin saber siquiera qué era eso de la felicidad. Poco a poco me fui perdiendo y ahora... ahora estoy aquí, perdida en mis recuerdos que yo creía haber olvidado.
Sentada en el centro del pueblo, en un humilde banco de piedra, contemplando la niebla, las pequeñas y sencillas nubes, sintiendo un frío hogareño, ¿quizá tenía que haber soñado esto? ¿Tener esta paz? Igual me habría desquiciado. ¡No lo sé! Estoy ahogada en un dedal de agua.
Antes de estallar veo como un par de ancianas salen de sus casas a barrer su calle. Es enternecedor. ¿Por qué no puedo soñar eso? ¿Qué se supone que tengo que soñar? ¿Quién se supone que soy? ¿Me gustaría ser como esas sencillas ancianas? Creo que no... pero verlas es una delicia.
Perdona, ¿esperas a alguien? Me dice un señor cuyo bigote ocupa gran parte de su cara.
-No, disculpe.
Respondo. Verá, usted me suena de algo, ¿es un familiar de alguien del pueblo? Se sentó a mi lado. ¿Cómo tiene esa confianza conmigo? Ni siquiera sé quién es y él más que seguro que no sabe quién soy.
-Algo así, sí, soy... soy una prima de la familia que vive... allí... -señalo a mi vieja casa.
¡Oh! ¡Disculpe! Debe ser usted de ciudad. La dejo en sus asuntos, ¡cuídese! El hombre se aleja mientras me hondea una mano.
-Sí, eso haré, ¡gracias!
¿Cómo he acabado siendo tan niña? Yo creí que ya era adulta, madura. Y un simple señor con bigote me ha incomodado, como si odiase que se me acercase la gente. Siento que odio que la gente se meta en mi vida. Pero, ¿por qué? ¿Cuándo me importó tanto mantener mi individualidad? Yo era un niña normal, ¿no? Como esos que juegan al pilla pilla. Muy pronto para jugar, ¿no?
Suspiro.
En fin. Creo que va siendo la hora de que actúe, de que haga algo, de que cambie todo esto. Me levanto, pero me tiemblan las piernas. Veo salir a una niña pequeña por la puerta de madera que antes era mi hogar, soy yo. Tan pequeña. Tan inocente... tan llena de la vida que no he llegado a tener.
Me acerco. Dudosa, terriblemente asustada. Llego. Me mira. Sus ojos saben que algo está pasando. Me tiembla la voz al principio pero al final...
-Hola, pequeña, ¿quieres un sueño?




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miércoles, 22 de abril de 2015

¿Qué es una historia?

-¿Dónde ocurría todo esto?
-En una tarde de lluvia. Eran dos. Pero era imposible que se vieran.
-¿Por qué?
-Uno de ellos estaba obsesionado con encontrar y la otra demasiado concentrada en no ser encontrada. El primero nunca llegaría a nada por su obsesión y la segunda nunca se daría cuenta de que la buscan.
-¡Chorradas! ¡Seguro que se encuentran!
-Te gustan los finales felices, ¿no? A veces no acaban así las cosas. Casi nunca, la verdad. Las historias nos acompañan toda la vida y tendemos, en cierta manera, a que nuestra vida sea como una. Pero nunca pasa así. Casi nunca. Muy poquitas veces. Poquítisimas.
-Esa palabra no existe.
-Pero la entiendes, ¿no?
-Sí.

...

-Pero entonces, dime, ¿qué pasó? Si no se encontraron, ¿por qué esto es una historia?
-Porque hicieron cosas, claro.
-Eso no tiene sentido. Dos personas que no se encontraron... ¿dos caminos distintos? ¡Eso serían dos historias! Las dos trágicas. A su manera.
-Podría parecer así, claro, pero la realidad es mucho más sencilla. Es una historia con dos personajes. Un chico y una chica en una tarde de lluvia. La chica consigue lo que quiere aunque no está segura de que sea eso lo que quiere. El chico por su lado no consigue lo que quiere y le tocará, quizá en otra historia, enfrentarse a la realidad.
-¡Pero es un cuento! El cuento acaba y punto.
-¡Qué cruel eres!
-¿Qué? ¿Por qué?
-¡Condenas a esos pobres a vivir eso continuamente! Si el cuento es solo eso, lo vivirán una y otra y otra vez, no hay esperanza para ellos. No podrán avanzar, crecer, vivir. Están atrapados en tu flujo temporal.
-Pues cuéntame la secuela.
-Cuéntatela tú. Estoy cansado.
-¡Ey! ¡No! Son tus personajes.
-No son míos, son de quien los imagine. De quien los vea cuando cuento historia. Y lo que hagan antes y después es cosa suya, no mía. Tú has decidido que esas personas jamás vivirán otra cosa que su historia de desencuentro. Ahora, ajo y agua, carga con las consecuencias de tus actos.
-No me seas dramático. Que sólo son unos personajes de un cuento.
-¡¿Sólo?!
-Vale, vale. A ver. ¿La continuo yo?

...

-Esta bien, puedes continuarla.
-¡Genial! Vale. A ver. Tenemos al chico... y a la chica, ¿no?
-Sí.
-Uno está, creo que está angustiado, porque claro, no la ha encontrado. Y ahora está falto de metas, está en su cuarto, mirando por la ventana, a la nubes. Desea ser una nube. No tienen preocupaciones, no tienen ocupaciones, sólo siguen el viento. Pero luego desecha ese pensamiento al instante, las nubes no pueden decidir, no tienen libertad. La libertad duele, pero no la quiere perder.
-Sí, supongo que estaría así.
-Y ella está mirando con orgullo todo lo que ha logrado por su cuenta. Ha crecido, se siente bien. Cumplió sus metas y sueños, llegó hasta donde quiso llegar y ahora está en su cuarto, lo está ordenando. Algo rutinario cada cierto tiempo, hay que tirar las cosas viejas que uno ya no quiere para que quepan las cosas nuevas de las que uno se enorgullece. Entre las cosas que encuentra saca unas viejas cartas, las mira con nostalgia...
-¿Vas a contar que siente morriña por el otro?
-Eso pensaba.
-Sí que te gustan los finales felices.
-¡Es mi historia y haré lo que quiera!
-Oh, venga. Ella es casi feliz ya y el otro tiene que aprender a dejar ir, a renovarse. Tiene que enfrentarse al cambio. Una vez lo haga verás lo feliz que es.
-Pero... me hacía ilusión que no hiciese falta tanto lío para que fuesen... ya sabes, algo. Un juego con las manos, un café una tarde domingo, merendar viendo una peli, un pequeño viaje al campo. Mirar unas viejas cartas...
-Pero la vida no es así.
-¿Cómo que no? La vida PUEDE ser así.
-No.
-Sí.
-No.
-Que te calles.
-Que no puede ser así. La vida es un conjunto de patrones, esquemas, conexiones, momentos, casualidades, segundos decisivos. Somos el producto de cientos de miles de millones de decisiones y cientos de miles de millones de decisiones se producen a nuestro alrededor cada momento. No es todo tan sencillo como mirarse a los ojos y sentirse en casa.
-Tu vida es muy triste, ¿lo sabías?
-Y la tuya una ilusión.
-¿Y qué es una historia?


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miércoles, 1 de abril de 2015

Sir Lionel y su microcosmos



              Nuestro mundo oculta muchísimas historias, algunos secretos e incontables relatos. En sótanos, estanterías, salones, debajo de los cojines del sofá, en el doble fondo del armario del abuelo…
Esta es una de esas historias.

Comienza con la historia del longevo sir Lionel. Sir Lionel tenía la friolera de mil trescientos y muchos años, dejó de contarlos hace mucho tiempo porque no se para a contar esas banalidades. Sir Lionel el eterno. Cualquiera que tenga más de un siglo se hace sabio, pero quien tiene más de un milenio de antigüedad(ya no podemos hablar de edad, claro) es alguien que, como mínimo, ha visto mucho.
Sir Lionel vive en su retirada finca en los pastos del Reino Unido, a salvo del mundo y del ruido. Lejos de censos, mortales e impuestos. En ella guarda tesoros de muchas de sus aventuras como un pedazo de la famosa arca perdida, un ojo de algo que no se atreve a decir su nombre, un libro firmado con una M. en letras doradas, una pluma de hipogrifo… aunque la más extraña de sus piezas es, sin duda, una extraña esfera de aspecto cristalino. Esta esfera es muy especial ya que contiene todo un universo en su interior. Sir Lionel lo sabe y la protege en el centro de su gran biblioteca donde se pasa los días leyendo y las tardes rellenando crucigramas.
Pero un día se le cayó el té encima del sobresalto que le causo escuchar hablar a aquella esfera:

-¡¿Hola?! ¡¿Hay algo ahí dentro?!

Sir Lionel se cogía el pecho con la mano mientras se recolocaba sus pequeñas y redondas gafas. La voz era masculina y juvenil.

-Hmmm…. ¿Qué será esta bola?

Se levantó y comenzó, con cuidado, con cautela, a caminar hacia la esfera mágica.  

-¿Y si la agito?

Una gota de sudor frío le recorrió la ceja y gritó:

-¡Detente!
-¿Eh? ¿Quién anda ahí? ¡Salid de vuestro escondrijo!
-¿Qué…?
-¡Ah! ¡La voz viene de la bola! ¿Qué eres, bola? ¿Un fantasma? ¿Un genio?
-¡No, imbécil! ¿Acaso no sabes lo que tienes en la mano?
-¿Eh? No. ¿Qué es?
Sir Lionel se atusó el bigote, recolocó el traje y con su voz sabia pero anciana comenzó a contar.
-Lo que tienes en tus manos es un microcosmos.
-¿Un... qué?
-Guarda silencio, joven, escucha. Esa esfera es lo que llegamos a denominar un microcosmos, es decir, todo un universo en miniatura. Esa esfera contiene todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será mi universo. Cada estrella, cada agujero negro, cada recuerdo, cada asteroide, beso, dragón y cuento. Todo está dentro de esa bola.
-Entonces si la destruyo destruiré un universo.
-Destruirás dos universos. Piénsalo antes de intentar nada.
-¿Cómo…?
-Mi universo contiene una esfera similar, joven…
-Thomas Wallace, señor.
-Mi nombre es Sir Lionel de Britania, encantado. Como iba diciendo, poseo en estos instantes, en mi mano, una esfera similar a la suya que contiene su universo. Todo lo que ve, escucha y siente lo mantengo yo en mi mano ahora mismo. De destruir mi universo destruiría esta esfera y por tanto destruiría su propio universo. Es algo que no le conviene, señor Wallace.
-Entiendo… ¿Y qué podemos hacer?
-Usted me ha puesto en una encrucijada. Verá, cuando mis compañeros y yo encontramos esta esfera se me invitó a mí a custodiarla pues yo soy eterno. Llevo más de mil años guardándola y protegiéndola de múltiples peligros pero creo que usted, señor Wallace, no corre la misma suerte que un servidor. ¿Me equivoco?
-Per… perdone, esto es muy confuso. O sea. ¿Tienes más de mil años? ¿Cómo…? ¡No! Yo soy… eh, normal, sí. Un arqueólogo. Nada más.
-Y cree que aquellos a los que sirve harán buen uso de este microcosmos.
-Lo dudo.
-Entiendo… ¡Podríamos intentar tantas cosas! Y todas serían un fracaso estrepitoso. Desde que su linaje se dedique a custodiarla como que la esconda por siempre en un agujero.
-¿Y si la lanzase al espacio?
-¿Está usted loco?
-Es… el… sh-shock. Perdone. Son muchas cosas juntas. Joder, un hombre milenario, una esfera que habla, un universo en mi mano. ¡Son muchas cosas! ¡No puede esperar que me lo tome con calma y frialdad!
-Cálmese. Déjeme pensar. De momento no hable con nadie de este incidente y proteja la esfera con secretismo y recelo. ¿Lo hará?
-Lo… in-intentaré.
-Gracias.

Días más tarde el plan de sir Lionel comenzó. El señor Thomas Wallace mostraría esa esfera en la más importante organización internacional y en ella sir Lionel expondría el problema. Al principio las naciones se mostraron, como era de esperar, egoístas, y todas querían la preciada bola. Poseer un universo, ¿hay algo más ambicioso? Pero sir Lionel ya lo tenía pensado, era un hombre que había visto reinados nacer y morir, estaba harto de la política pero la entendía. Sir Lionel, sin dar su identidad en ningún momento, claro, les explicó que él era el poseedor del universo en el que vivían y que como tal exigía la protección de todo aquello que poseía.
Los mandatarios al principio no lo vieron claro pero aunaron fuerzas tras unas escaramuzas y guerras menores. Todo estaba calculado.
El mundo del señor Wallace prosperó pues todos tenían un objetivo común, simple, pero al fin y al cabo común. Proteger el universo. Siglos más tardes ese mundo habría desarrollado lo inimaginable y había alcanzado un estado de iluminación que sólo los más atrevidos se atreven a soñar. Pero este gran avance tiene un precio, que sir Lionel siga escondiendo la esfera por siempre. En otras palabras, que el mundo de sir Lionel siga siendo el que es para que el mundo del señor Wallace prospere.


Es un secreto. Como tantas otras historias. Un sacrificio que nadie sabe que está cometiendo...  O no. Al fin y al cabo es una historia. Y un secreto, así que…. Sssshhh.